domingo, 17 de julio de 2016




Apóstol Santiago / @ Xosé Castro


En la Biblia se alude habitualmente a él bajo el nombre de Jacobo, término que pasó al latín como Iacobus y derivó en nombres como Iago, Tiago y Santiago (sanctus Iacobus). Santiago de Zebedeo o Santiago el Mayor fue uno de los primeros discípulos en derramar su sangre y morir por Jesús. Miembro de una familia de pescadores, hermano de Juan Evangelista -ambos apodados Boanerges (‘Hijos del Trueno’), por sus temperamentos impulsivos- y uno de los tres discípulos más cercanos a Jesucristo, el apóstol Santiago no solo estuvo presente en dos de los momentos más importantes de la vida del Mesías cristiano -la transfiguración en el monte Tabor y la oración en el huerto de los Olivos-, sino que también formó parte del grupo restringido que fue testigo de su último milagro, su aparición ya resucitado a orillas del lago de Tiberíades. Tras la muerte de Cristo, Santiago, apasionado e impetuoso, formó parte del grupo inicial de la Iglesia primitiva de Jerusalén y, en su labor evangelizadora, se le adjudicó, según las tradiciones medievales, el territorio peninsular español, concretamente la región del noroeste, conocida entonces como Gallaecia. Algunas teorías apuntan a que el actual patrón de España llegó a las tierras del norte por la deshabitada costa de Portugal. Otras, sin embargo, dibujan su camino por el valle del Ebro y la vía romana cantábrica e incluso las hay que aseguran que Santiago llegó a la Península por la actual Cartagena, desde donde enfiló su viaje hasta la esquina occidental del mapa.
Tras reclutar a los siete varones apostólicos, que fueron ordenados obispos en Roma por san Pedro y recibieron la misión de evangelizar en Hispania, el apóstol Santiago regresó a Jerusalén, según los textos apócrifos, para, junto a los grandes discípulos de Jesús, acompañar a la Virgen en su lecho de muerte. Allí fue torturado y decapitado en el año 42 por orden de Herodes Agripa I, rey de Judea. Los supuestos testamentos relatan que, antes de morir, María recibió la visita de Jesús resucitado, a quién le pidió pasar sus últimos días rodeada de los apóstoles, que se encontraban dispersos por todo el mundo. Su hijo le permite que sea ella misma, a través de apariciones milagrosas, la que avise a los discípulos y, de esta forma, la Virgen se hace presente sobre un pilar de Zaragoza frente al apóstol Santiago y los siete varones, episodio hoy venerado en la basílica de Nuestra Señora del Pilar.
Fueron estos siete discípulos, relata la leyenda, los que, tras escaparse aprovechando la oscuridad de la noche, trasladaron el cuerpo del apóstol Santiago en una barca hasta Galicia, adonde arribaron a través del puerto de Iria Flavia (actual Padrón). Los varones depositaron el cuerpo de su maestro en una roca -que fue cediendo y cediendo, hasta convertirse en el Sarcófago Santo- para visitar a la reina Lupa, que entonces dominaba desde su castillo las tierras donde ahora se asienta Compostela, y solicitarle a la poderosa monarca pagana tierras para sepultar a Santiago. La reina acusó a los recién llegados de pecar de soberbia y los envió a la corte del vecino rey Duyos, enemigo del cristianismo, que acabó encerrándolos. Según la tradición, un ángel -en otros relatos, un resplandor luminoso y estrellado- liberó a los siete hombres de su cautiverio y, en su huida, un nuevo milagro acabó con la vida de los soldados que corrían tras ellos al cruzar un puente. Pero no fue el único contratiempo con el que se toparon los varones. Los bueyes que les facilitó la reina para guiar el carro que transportaría el cuerpo de Santiago a Compostela resultaron ser toros salvajes que, sin embargo, también milagrosamente, fueron amansándose solos a lo largo del camino. Lupa, atónita ante tales episodios, se rindió a los varones y se convirtió al cristianismo, mandó derribar todos los lugares de culto celta y cedió su palacio particular para enterrar al Apóstol. Hoy se erige en su lugar la catedral de Santiago.
No fue hasta ocho siglos más tarde, en el año 813, cuando un ermitaño llamado Paio alertó al obispo de Iria Flavia, Teodomiro, de la extraña y potente luminosidad de una estrella que observó en el monte Libredón (de ahí el nombre de Compostela, campus stellae, ‘Campo de la Estrella’). Bajo la maleza, al pie de un roble, se encontró un altar con tres monumentos funerarios. Uno de ellos guardaba en su interior un cuerpo degollado con la cabeza bajo el brazo. A su lado, un letrero rezaba: «Aquí yace Santiago, hijo del Zebedeo y de Salomé». El religioso, por revelación divina, atribuyó los restos óseos a Santiago, Teodoro y Atanasio, dos de los discípulos del Apóstol compostelano, e informó del descubrimiento al rey galaico-astur Alfonso II el Casto, que, tras visitar el lugar, nombró al Apóstol patrón del reino y mandó construir una iglesia en su honor. Pronto se extendió por toda Europa la existencia del sepulcro santo gallego y el apóstol Santiago se convirtió en el gran símbolo de la Reconquista española. El rey de Asturias fue solo el primero de toda la marea de peregrinos que vinieron después.
La autenticidad de los restos del apóstol Santiago ha generado, sin embargo, no pocos y encendidos debates y protagonizado meticulosas investigaciones. El inverosímil traslado  -por la dificultad que supone – del cuerpo del discípulo de Jesúshasta suelo gallego es solo una de las muchas lagunas de una tradición que se mueve entre el rigor histórico y las leyendas mágicas. Estudios arqueológicos han demostrado que Compostela era una necrópolis precristiana, pero jamás se han practicado investigaciones científicas sobre los restos que custodian los muros de la Catedral, hasta el punto de que algunos investigadores incluso han atribuido tales reliquias óseas a Prisciliano de Ávila, el obispo hispano acusado de herejía.
Sin embargo, la historia de los huesos del Apóstol no acaba aquí. Una vez descubiertas y honradas con un templo cristiano, las reliquias no pararon quietas mucho tiempo. Según la tradición oral, en el siglo XVI tuvieron que ser escondidas para evitar la profanación de los piratas que amenazaron la ciudad compostelana tras desembarcar en el puerto de A Coruña (mayo de 1589). Las excavaciones llevadas a cabo a finales del siglo XIX, al perderse la pista de los restos de Santiago, revelaron la existencia de un escondite -dentro del ábside, detrás del altar principal, pero fuera del edículo que habían construido los discípulos- de 99 centímetros de largo y 30 de ancho, donde se ocultaron, y se perdieron, durante años, los huesos del Apóstol. En 1884 el papa León XIII reconoció oficialmente este segundo hallazgo.


Santiago es uno de los doce Apóstoles de Jesús; hijo de Zebedeo. El y su hermano Juan fueron llamados por Jesús mientras estaban arreglando sus redes de pescar en el lago Genesaret.

Recibieron de Cristo el nombre "Boanerges", significando hijos del trueno, por su impetuosidad.
En los evangelios se relata que Santiago tuvo que ver con el milagro de la hija de Jairo. Fue uno de los tres Apóstoles testigos de la Transfiguración y luego Jesús le invitó, también con Pedro y Santiago, a compartir mas de cerca Su oración en el Monte de los Olivos.
Los Hechos de los Apóstoles relatan que éstos se dispersaron por todo el mundo para llevar la Buena Nueva.  Según una antigua tradición, Santiago el Mayor se fue a España. Primero a Galicia, donde estableció una comunidad cristiana, y luego a la cuidad romana de Cesar Augusto, hoy conocida como Zaragoza. La Leyenda Aurea de Jacobus de Voragine nos cuenta que las enseñanzas del Apóstol no fueron aceptadas y solo siete personas se convirtieron al Cristianismo. Estos eran conocidos como los "Siete Convertidos de Zaragoza".  Las cosas cambiaron cuando la Virgen Santísima se apareció al Apóstol en esa ciudad, aparición conocida como la Virgen del Pilar. Desde entonces la intercesión de la Virgen hizo que se abrieran extraordinariamente los corazones a la evangelización de España.
En los Hechos de los Apóstoles descubrimos fue el primer apóstol martirizado. Murió asesinado por el rey Herodes Agripa I, el 25 de marzo de 41 AD (día en que la liturgia actual celebra La Anunciación). Según una leyenda, su acusador se arrepintió antes que mataran a Santiago por lo que también fue decapitado. Santiago es conocido como "el Mayor", distinguiéndolo del otro Apóstol, Santiago el Menor.
La tradición también relata que los discípulos de Santiago recogieron su cuerpo y lo trasladaron a Galicia (extremo norte-oeste de España).  Su restos mortales están en la basílica edificada en su honor en Santiago de Compostela. En España, Santiago es el mas conocido y querido de todos los santos.  En América hay numerosas ciudades dedicadas al Apóstol en Chile, República Dominicana, Cuba y otros países.

Santiago y la Virgen María
Santiago Apóstol preparó el camino para la Virgen María en España y también preparó su llegada al "Nuevo Mundo". El es el Apóstol de la Virgen María, también es conocido como el Apóstol de la Paz.
En 1519, Cortes llegó a Veracruz, y en Lantigua construyó la primera Iglesia dedicada a Santiago Apóstol en el continente Americano. También en 1521, cuando México fue conquistada, Cortes construyó una Iglesia en las ruinas de los Aztecas que al igual fue dedicada a Santiago Apóstol. A esta Iglesia era que Juan Diego se dirigía el 9 de diciembre de 1531, para recibir clases de catecismo y oír la Santa Misa, ya que era la fiesta de la Inmaculada Concepción.
En 1981, se reportó el comienzo de las apariciones de Nuestra Señora en Medjugorie bajo el titulo "Reina de la Paz". Ya Santiago Apóstol se había hecho presente. Unos años antes, se había construido una Iglesia en ese lugar dedicada a Santiago Apóstol. Santiago siendo el Apóstol de la Paz, lleva en sus manos las llaves para abrir la puerta que traería la paz a Medjugorie.
Santiago Apóstol ha preparado el camino para que el mundo reconozca a la Virgen Santísima como "Pilar" de nuestra Iglesia.
www.corazones.org/santos/

Oraciones

Novena a Santiago Apóstol el Mayor

Oraciones para cada día. Del 16 al 24 de julio 


Por: Catholic.net | Fuente: Catholic.net 



Por la señal de la Santa Cruz, etc.
ACTO DE CONTRICIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Dios y Señor infinitamente Misericordioso, sin cuyo auxilio nada podemos, y nada valen nuestras obras, dignaos, Señor, concederme que os sea agradable este culto que deseo rendir a vuestro amado discípulo.  No miréis,  Señor piadosísimo, la gravedad de mis culpas, que humildemente os confieso. Perdonádmelas Señor, por la Pasión y Muerte de de vuestro Santísimo Hijo y dulcísimo Redentor mío, por las lágrimas de su Purísima Madre, y por el martirio de vuestro Apóstol, pues de todo corazón me pesa haberos ofendido, por ser quien sois infinitamente amable, poderoso y justo. Quisiera antes morir, que haber agraviado a vuestra inmensa Majestad; propongo firmísimamente enmendarme con vuestra gracia, que espero de vuestra misericordia, y hacer por ella todo lo posible para vivir y morir como hijo de la Santa Madre Iglesia y devoto del Apóstol Santiago, y mereceros alabaros con él eternamente en la Gloria, Amén.
ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS
O fidelísimo discípulo del Divino Maestro Jesucristo, que mereciste os escogiese por una de las primeras columnas de la Iglesia, y por fundador y patrono de las de España, que por vuestra predicación y merecimientos recibió la fe católica, y espera mantenerla hasta el fin del mundo, ¡Oh padre y protector de todos los fieles!, aclamado seáis en todas las naciones, os pido me alcancéis las gracias que tanto necesito. Confirmadme en la fe y en el santo temor de Dios que tanto necesito. Interceded por mi ante el Todo Poderoso para que me otorgue el favor que os pido en esta novena y así tener un motivo más para daros gracias en la Gloria. Amén.


ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
Dios suplicámoste nos concedas, que por medio de la protección de tu amado Apóstol, lleguemos a gozar de la paz eterna. Amén.
DÍA PRIMERO
Comenzar con el acto de contrición y la oración para todos los días.
ORACIÓN: Gloriosísimo Apóstol que a la primera voz con que el Divino Maestro os llamó para discípulo suyo, os resolviste prontísimamente a seguirlo, abandonando con ánimo generoso las conveniencias esperanzas del mundo por entregaros enteramente a la voluntad y servicio del Señor; infinitas gracias doy a su Majestad por ese singular beneficio que os hizo, y a vos os ensalzo por la puntualísima obediencia y fidelidad con que le habéis correspondido. Bien veis cuan metido me hallo en las redes de mis pasiones, preso de mi amor propio y atado a mis temporales intereses, que me impiden seguir a Dios y atender a sus amorosos llamamientos. Alcanzadme del Señor una alentada resolución como la vuestra, para romper estos lazos, y desembarazarme de todos los apegos que me estorben para servir a Dios; dadme una rendida atención a las divinas inspiraciones para aplicarlas y obedecerlas como vos lo hicisteis. Promoved y fortaleced la fe, la fidelidad y aún la felicidad temporal de la Iglesia. Para que imitándoos en seguir a Cristo acá en la tierra, os acompañemos también en gozar de su vista en la Gloria. Amén.
Rezar tres Padrenuestros y tres Ave Marías.
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final.
DÍA SEGUNDO
Comenzar con el acto de contrición y la oración para todos los días.
ORACIÓN: Invicto defensor de la fe a quien el Divino Maestro distinguió con el renombre de “hijo del trueno”, profetizando los fogosos incendios de caridad con que habíais de consumir la idolatría en las tierras a donde llevasteis la luz del Evangelio, añadid a ese imponderable beneficio el de alcanzarme de Dios eficaces auxilios para que yo desempeñe adecuadamente el nombre de cristiano, cumpliendo exactamente con las obligaciones que con él hemos contraído, para que en el día del juicio el Divino Pastor no nos desconozca como sus ovejas. Ayudadnos a mantenernos siempre triunfantes de enemigos visibles e invisibles, para mayor gloria de Dios, y así hacernos dignos de acompañaros en la Patria Celestial. Amén.
Rezar tres Padrenuestros y tres Ave Marías.
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final.
DÍA TERCERO
Comenzar con el acto de contrición y la oración para todos los días.
ORACIÓN: Dichosísimo Apóstol, que por la fiel correspondencia a los favores del Todo Poderoso Jesús, os hicisteis de sus altas confianzas, y de que se acompañase de vos para las obras de su Omnipotencia, llevándoos consigo para testigo de la portentosa Resurrección de la hija de Jayro, yo os suplico rendidamente por esta particular distinción, que su Majestad hizo en vos, presentéis al Señor mi pobre alma, quizá muerta por la culpa, o al menos lastimosamente débil y lánguida por su tibieza, para que su infinita piedad la resucite a la vida de la gracia, la fortalezca e infunda un nuevo y vigoroso espíritu, con la que en adelante le sirva con mayor fervor y más vivo deseo de su mayor honra. Haced lo mismo con todos los infelices que están en pecado mortal, para que lleguen vivas a la presencia del Señor en la gloria. Amén.
Rezar tres Padrenuestros y tres Ave Marías.
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final.
DÍA CUARTO
Comenzar con el acto de contrición y la oración para todos los días.
ORACIÓN: Dilectísimo Ministro de la Majestad Suprema de Dios, y tan favorecido del Soberano Jesús, que no quiso en la tierra manifestar la Gloria de su maravillosa Transfiguración, sin que vos fueseis participante de ella, yo os suplico encarecidamente por aquel gozo, que tuvisteis en el Tabor, cuando visteis en él reducida a un breve mapa la bienaventuranza eterna, que así como para subir a la cumbre, en que merecisteis gozarla, os confundiste con la abnegación de vos mismo, el desprecio del mundo y una rendida obediencia a los preceptos de Jesucristo, por los mismos medios me disponga a recibir del Señor una luz, con que mas claramente conozca y contemple en esta vida sus perfecciones y altísimos atributos, para que cada vez más y más enamorada de aquella incomprensible hermosura, desprecie por ella todas cuantas delicias me pueda ofrecer la tierra, y ponga todos mis cuidados en conseguir las del cielo. Amén.
Rezar tres Padrenuestros y tres Ave Marías.
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final.
DÍA QUINTO
Comenzar con el acto de contrición y la oración para todos los días.
ORACIÓN: Benignísimo Apóstol y amado del salvador del mundo, que no quiso apartaros de su lado en las agonías que padeció en el Huerto, y le debisteis la dulce piedad de disimularos que estuvieseis durmiendo mientras su Majestad, desangrándose en sudor copioso, estaba orando; yo os suplico humildemente, que así como vos, recobrado de aquel sueño supisteis pagar al Señor aquel descanso con las fatigas, desvelos y sudores de vuestro apostólico ministerio, hasta dar la vida por Él, que la había dado por vos, así yo, considerando la gran pérdida de tiempo que diariamente hago al estar dormido para el cuidado de mi alma y demasiadamente despierto para las cosas del mundo, abra desde ahora los ojos, para ver con ellos cuan lejos voy del camino que el Maestro nos ha enseñado y conciba un propósito eficacísimo de desvelarme más por mi salvación y no perdonarme fatiga, ni sudor alguno, que me conduzca hacia el bien espiritual de mi alma y así merecer con vos el eterno descanso.
Rezar tres Padrenuestros y tres Ave Marías.
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final.
DÍA SEXTO
Comenzar con el acto de contrición y la oración para todos los días.
ORACIÓN: Esforzadísimo campeón de la Santa Madre Iglesia, os suplico rendidamente, que así como supisteis plantar en tierras lejanas la verdadera religión de Jesucristo, cuidéis de conservarla en mí y en tantos otros que sinceramente buscan conocer la única Verdad.  No ignoráis, santo mío, que en mí, y quizá en muchísimos, está muy apagada (o como muerta) la Fe, por falta de obras dignas del carácter de legítimos hijos de Dios. Sacad la espada contra nuestros rebeldes apetitos que nos tienen en cruel cautiverio. Rescatadnos de la mísera esclavitud de nuestras pasiones, bárbaramente dominantes. Alcanzadnos, del Divino Maestro, una nueva conversión, para que la penitencia y el continuo ejercicio de las virtudes nos acrediten ser dignos miembros de la Militante, y en el futuro, de la Triunfante Iglesia. Amén.
Rezar tres Padrenuestros y tres Ave Marías.
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final.
DÍA SÉPTIMO
Comenzar con el acto de contrición y la oración para todos los días.
ORACIÓN: Afortunadísimo apóstol, tan favorecido por la Reina del Cielo, María Santísima, que merecisteis, estando aún ella en esta vida, viniera desde Jerusalén a visitaros, fortaleceros y significaros, que era gusto de Dios, y suyo, le erigieseis en Zaragoza un templo, que fue el primero, que en el orbe cristiano se vio consagrado a la verdadera y única Deidad y a la que le dio el humano ser, yo os suplico, por el mérito y el consuelo que tuvisteis al ejecutar tan dulce y tan hermoso precepto, consagréis también mi corazón en templo de María Santísima, y le hagáis firmísima columna, sobre la cual esté siempre dignamente colocada y servida de mis potencias y sentidos, como amabilísima Madre y poderosísima Señora.  Haced (tiernísimo devoto de esta gran Reina) que todos os imitemos en amarla y en servirla, para que así como se dignó visitaros en vida, así en ella, y en la hora de nuestra muerte nos visite y asista hasta ponernos seguros en la Gloria. Amén.
Rezar tres Padrenuestros y tres Ave Marías.
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final.
DÍA OCTAVO
Comenzar con el acto de contrición y la oración para todos los días.
ORACIÓN: Constantísimo soldado de Jesucristo, que por servirle leal y valerosamente, no sosegasteis hasta derramar gustosamente vuestra sangre, y rendir por Él vuestra cabeza al cuchillo, yo os agradezco y alabo por esa heroica constancia, y os suplico rendidamente interceded la entereza que necesito, para estar pronto a perder antes mil vidas que faltar a la fidelidad que le debo a mi Dios y Creador. Ved, santo mío, que en mi alma, y en la de tantos otros, hay mucho que sanar y convertir.  Alcanzadnos, del Divino Maestro, la salvación y conversión. Alentad y confortad nuestro espíritu para que sepa resistir firmemente los combates con el enemigo, y perder cuanto sea necesario, honra, hacienda y vida, antes que perder la gracia, perseverando siempre en ella, hasta poseer la Gloria. Amén.
Rezar tres Padrenuestros y tres Ave Marías.
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final.
DÍA NOVENO
Comenzar con el acto de contrición y la oración para todos los días.
ORACIÓN: Suavísimo bienhechor, por vuestra intercesión y protección alcanzadme de Dios Padre de las Misericordias, el perdón de los muchos delitos con que lo he ofendido, alcanzadme la gracia de que el maligno enemigo no tenga más poder sobre mi, los dones que nos sean necesarios para vencer nuestras pasiones. Ayudadme para que os imite en los méritos dignos de premio eterno, para que solicite la honra que vos tuvisteis de servirle en la tierra, y así gozarle con vos y los demás bienaventurados en la gloria. Amén.
Rezar tres Padrenuestros y tres Ave Marías.
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final.

BIBLIOGRAFÍA


Santiago el Mayor

Otto HophanBiografíasColección: dBolsillo



Sinopsis

Al inicio del Año Jubilar Jacobeo, es preciso recordar la figura de Santiago el Mayor, hermano de San Juan, pescador del mar de Galilea, apóstol de Jesucristo y mártir en el año 42.
El apóstol Santiago, como San Andrés con su hermano San Pedro, se ve eclipsado por la luz de su hermano más ilustre, San Juan. Sin embargo, es una estrella que brilla con luz propia en el firmamento de los mártires que dieron su vida por Cristo en los primeros años del cristianismo.
La Iglesia recuerda ahora -en el Año Jubilar que comienza- la figura de este gran apóstol, cuya vida terminó en martirio pocos años después que su Maestro, Jesús de Nazaret. Una existencia corta, pero cargada de frutos universales.


FILMOGRAFÍA

Director: Alan Coton
Sinopsis: Santiago Apóstol es una producción original de Beverly Hills Production. Filmada en los desiertos de Almería en España y en los monasterios y paisajes de Galicia. Esta historia épica, ambientada en el año 40 AD, narra la vida y legado del apóstol Santiago, quien por su valentía y nobleza se convirtió en el patrón de España y su legado es honrado por millones de peregrinos que de todas partes del mundo visitan anualmente su tumba por el camino de Santiago. 
Esta gran producción de Jose Manuel Brandariz está integrada por un elenco de lujo encabezado por Julian Gil (Santiago Apóstol), y grandes figuras como Jorge Aravena, Alexis Ayala, Aroldo Betancourt, Isabel Blanco, Marcelo Cordoba, Chistian De La Campa, Francisco de la O, Scarlet Gruber, Josse Narváez, Roberto Manrique, Anastasia Mazzone, Scarlet Ortiz, Marco De Paula, Ana Obregon, Julio Pereira, Ivonne Reyes, Ana Lorena Sánchez, Alejandro Sirvent, Zalvador Zerboni y muchas otras reconocidas figuras respaldadas por más de 500 extras y producida con la mejor cinematografía de la industria.